Durante el golpe inicial de la pandemia, alrededor de 15.000 tiendas de barrio cerraron como consecuencia de las restricciones de movilidad y la caída de la actividad económica. Sin embargo, conforme la crisis sanitaria fue evolucionado, y el desempleo aumentando, muchas familias optaron por este tipo de negocios como una opción de supervivencia. Es decir, como una vía de auto empleo que provocó que muchos hogares se convirtieran en tiendas.
Esto afectó a los tenderos que ya estaban en el sector, y que soportaron el primer embate del COVID-19. La razón es que aumentó de manera sustancial la oferta; pero la demanda de los ecuatorianos no creció en la misma proporción. Ya desde mediados de 2021 se registró una reducción en la facturación de las tiendas, debido a que se dividió mucho más el mercado entre más negocios.
Guido Varela, presidente de la Red Ecuatoriana de Tenderos (RET), explicó que mucha gente mantuvo su negocio lo más que pudo; pero conforme se normalizaron las restricciones y la gente comenzó a hacer su vida más normal, gran parte de la demanda volvió a los supermercados y los centros comerciales en detrimento de las compras en las tiendas de cercanía.
La situación se terminó de complicar con la alta inflación, el aumento del costo de los alquileres desde finales de 2021 y la inseguridad. Rodolfo Pazmiño, dueño de una tienda en Carcelén, en el norte de Quito, puntualizó que la subida de precios ha reducido la cantidad y la frecuencia de las compras de sus clientes habituales. Además, lo que debe desembolsar por arriendo subió casi un 10%.
» Como pequeños negocios tenemos dificultades para negociar con los proveedores; y a veces tenemos que renunciar a una parte de nuestra pequeña ganancia para evitar perder clientela por el encarecimiento de los productos. Al final del día se gana menos, pero todo te cuesta más y se hace difícil. Además, a ciertas horas han aumentado los robos y eso ahuyenta a los compradores», aseveró.
Varela añadió que actualmente ya no existe tanto la competencia de familias que se monta tiendas; sino de grandes grupos económicos, con grandes capitales, que de manera más agresiva, han empezado a entrar en los barrios con formatos conocidos como «hard discount».
«Esto ya viene pasando en países vecinos como Colombia y Perú; y en Ecuador está tomando cada vez más fuerza. Tienen superficies amplias, precios módicos e inclusive marcas propias. Esos precios están en muchos casos por debajo de los que las marcas tradicionales venden a los tenderos. Muchas tiendas empezaron a cerrar desde el año pasado», afirmó.